¿Por qué siento celos enfermizos?: la celotípia

¡Sangre, Yago, sangre!

Estas son las famosas palabras que William Shakespeare –quien ha cumplido hace unos días 400 años de haber muerto-, pone en la boca de uno de sus personajes más emblemáticos: Otelo. La frase resuena en los oídos de cualquier aficionado al teatro clásico, desde luego; pero también lo hace todos los días (aunque inconscientemente) en la mente de casi cualquier amante a quien carcome el monstruo de los celos.

Pero, vayamos por partes. Aproximadamente un cuarenta por ciento de la población admite haber sufrido de celos sin justificación por lo menos una vez en la vida, lo que quiere decir que los celos son, hasta cierto punto, un sentimiento natural en los seres humanos.

Ponerse celoso tiene que ver –esencialmente-, con la envidia infantil de creer que todo nos pertenece; el niño en su etapa de tirano (en sus primeros tres años y hasta los cinco en casos más agudos) asume que tiene derecho sobre cualquier cosa que tenga o desee. Un mecanismo normal que si no tiene un freno estableciendo límites por parte de los padres, en la adultez puede transformarse en capricho, inseguridad y temor a perder el control sobre lo que tiene o desea.

Como puedes ver, todos sentimos celos y envidia, al menos de forma intermitente y desde niños.

Sin embargo, la historia de Otelo, el valeroso y noble pero nada emocionalmente inteligente, general moro que cae perdido de amor por una dulce doncella llamada Desdémona, nos establece una muestra del mecanismo mucho más profundo y pervertido que tiene que ver con los celos y que se desarrolla cuando ese pensamiento infantil se prolonga y queda de manera permanente en la etapa adulta; este trastorno de la personalidad es denominado Trastorno Delirante de tipo celotípico por el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM, por sus siglas en inglés).

De lo normal a lo anormal

El DSM es una herramienta imprescindible para casi cualquier campo que base su accionar en el estudio de la mente y conducta humanas. Es muy importante su uso porque nos presenta un claro rango entre lo que puede considerarse normal y lo que no lo es. La anormalidad no necesariamente es sinónimo de enfermedad, pero sí quiere decir que algo se sale de ciertos límites que se presentan en la mayoría de los individuos, esto es, se sale de la norma.

En este sentido, el DSM hace una referencia contundente al tipo de pensamiento y conducta  o celos descontrolados que se salen de la norma: la celotípia: “El tema central de esta idea delirante es que la pareja tiene un amante o es infiel. Esta idea se apoya sobre inferencias erróneas apoyadas en pequeñas pruebas, como por ejemplo, manchas en las sábanas. El sujeto con esta idea intenta intervenir en la fidelidad imaginada, como por ejemplo, investigando al amante o agrediendo a la pareja.»

Como has podido notar, he resaltado algunos puntos de la anterior definición que marcan una diferencia abismal con los celos naturales. En primer lugar señalo la palabra “delirante”, que se refiere a una alteración mental que provoca que la persona alucine y tenga pensamientos confusos, en psicología guarda una proximidad bastante peligrosa con el Trastorno psicótico, en donde se pierde el contacto total con la realidad.

En segundo lugar apunto “inferencias erróneas”, que se refiere a deducir algo, es decir, a sacar una evaluación mental entre distintas posibilidades que, al ser relacionadas, permiten llegar a un resultado. Éste es el núcleo del pensamiento deductivo (sí, el de Sherlock Holmes), sin embargo, en el caso del celotípico este pensamiento, al apoyarse en el delirio, adquiere la calidad de erróneo en automático. Para la persona con celotípia, bastará su simple imaginación para otorgar crédito de realidad, con escasas e incluso ninguna prueba que sostengan su idea.

Finalmente, hago notar la palabra “agrediendo”. Casi siempre este es el resultado final en el que desemboca el celotípico: la violencia en contra de alguien, casi siempre contra el objeto de su obsesión, es decir su amante; sin embargo, también agrede a terceros.

Hace poco leí de un caso en el que un taxista perdió la vida a manos de un amante celotípico cuando llevó a la compañera de éste a su domicilio en un servicio: el pobre hombre se topó con la muerte cuando ayudó a la mujer a bajar las cosas que llevaba en la cajuela del auto hasta la puerta de su casa. El marido celotípico estaba seguro que era el amante de su esposa y lo baleó. ¿Un caso similar? Otelo asesinando a Desdémona por las sospechas infundadas del malvado Yago.

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Los tres tipos de celos

Ahora, como decíamos anteriormente, no todas las personas que sienten celos son Otelos, hay niveles en referencia a ello. Siempre he dicho que pocas cosas en la vida son “buenas” o “malas” per se, sino que esto se cataloga de acuerdo al grado en que se desarrollen dichas actitudes. Como veremos, la diferencia entre estos tipos de celos radica en una sola cosa: la obsesión.

La obsesión es un estado de turbación del ánimo que se produce por una idea fija y que no deja en paz a la mente, por lo que todos los pensamientos giran en torno a ella. Los sentimientos que se generan –como los celos-, en todo caso pueden persistir más allá de los esfuerzos que la persona haga por erradicarlos o controlarlos, se necesita de mucho trabajo y disciplina para controlar una obsesión. Tal vez por eso la acepción latina de la palabra obsesión sea “asedio” (obsessio). Nos asedian los pensamientos y sentimientos recurrentes.

A continuación te describo estos tres tipos de celos que, debo aclarar, se tratan de celos patológicos, es decir aquellos que están ligados –desde el punto de vista médico-, al concepto de enfermedad o,  como dije líneas arriba, desde  el punto de vista psicoterapéutico, algo más benevolente pero igual de acertado, fuera de la normalidad.

Celos pasionales

Primero mencionaré a los celos pasionales, son los que se originan por el temor de perder a la pareja; estos celos originan conductas agresivas y ansiosas, lo que quiere decir que el celoso enloquece ante la idea de ser objeto de una “burla” o “humillación” por parte de su pareja.

Celos obsesivos

Después están los celos obsesivos, que son aquellos –como ya mencionábamos antes-, en donde predominan los pensamientos constantes de una infidelidad y sus consiguientes sentimientos. Este tipo de celos son tan distorsionados que incluso aunque el celoso esté convencido de que sus sospechas son injustificadas no puede apartar de su mente esas ideas, lo que le genera gran estrés y una enorme falta de asertividad en su toma de decisiones.

Celos delirantes

Al final están a los que se refiere el DSM que son los celos delirantes. Este tipo es el más peligroso ya que en ellos hay un absoluto convencimiento de una infidelidad pero sin que haya pruebas de por medio de que la pareja está engañando al celoso; este tipo es el que padecía Otelo y es el que más relacionado está con los crímenes pasionales porque hay en ellos un alto grado de paranoia y depresión.

¿Cómo identifico si soy celotípico?

Una vez que tienes presente lo que son los celos, la celotípia y los tipos de celos, la gran pregunta es ¿cómo sé si yo soy o mi pareja  es celotípica? Y para responder esto hagamos un breve repaso de algunas señales que pueden acercarte a ello. Como siempre advierto, estas señales son solamente referenciales ya que la finalidad de este artículo es sólo dar una introducción al tema.

1. Tienes un estado constante de ansiedad y preocupación por lo que hace tu pareja

Necesitas estar vigilando lo que tu pareja hace y estar junto a ella todo el tiempo, si no es así, si él o ella hacen algo que no esté bajo tu control, en automático tienes pensamientos de infidelidad que te llenan de ansiedad y no puedes frenar.

2. Si tu pareja se vuelve “tu mundo”

El celotípico crea una especie de burbuja “tú y yo contra el mundo”. Y si alguien se quiere meter en él –no sólo un posible amante, sino amigos, pareja, compañeros de trabajo, etc.-, no es capaz de tolerarlo. Esto tiene que ver con inseguridad y baja autoestima personal, no necesariamente con tu pareja y sus acciones.

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3. Tienes miedo de forma constante de que te abandonen

En realidad el celotípico no tiene tanto temor al abandono como a ser abandonado por un “nuevo modelo”, porque lo traduce como ser abandonado por alguien “mejor”; pocas veces puede ver que es su propia actitud de celos la que está provocando la fractura de su relación. Por esta razón se aísla en una relación de dos y trata de que su pareja también se aísle solamente con él.

4. Agresiones físicas, mentales, emocionales o verbales

No le queda más remedio que lidiar con esos sentimientos y como no tiene herramientas para ello (no las aprendió), recurre a la más simple –y, a veces, efectiva-, de todas: la agresión. Esta puede llegar a la violencia física.

Una vez más: usa tu sentido común al decidir si estos puntos realmente se adecuan a tu situación. Es muy importante que si ha sido así, tomes cartas en el asunto. Y mi recomendación básica es que busques ayuda profesional, porque si bien yo no considero (y ya sé que con esta aseveración mis haters de aquí se darán vuelo) que la celotípia no se cura, sí puede controlarse de forma casi permanente con la ayuda adecuada.

Y bueno, tal vez si te decides leer Otelo de William Shakespeare puedas identificar de forma amena lo que te he tratado de exponer en estas breves líneas, aunque me temo que el final será algo que no te gustará y quizá quieras evitar vivir en carne propia. Hasta la próxima.

Vicente Herrera-Gayosso
Psicólogo, video blogger, orador motivacional y autor mexicano.