Es importante conocer los obstáculos que pueden surgir en nuestro camino y tenerlos en cuenta para que no nos quiten la motivación y nos alejen de nuestras metas. Cuando marcamos objetivos a largo plazo es muy fácil cansarse, ya que hay que ser muy constante.
1. Falta de resultados
Empezamos con muchas ganas y mucha ilusión a planificar todo lo que vamos a hacer. Luego vamos haciendo pequeñas tareas. Continuamos unas semanas y… ¿por qué no vemos resultados? Cuando esto ocurre nos venimos abajo, la motivación decrece y nos empieza a costar dedicar tiempo a nuestro proyecto. Nos cansamos y nos planteamos dejarlo. Pero ¡no debemos caer en eso!
Los resultados tardan en llegar, pero el trabajo que llevamos ya está hecho. Hemos aprendido cosas nuevas. Si miramos atrás nos daremos cuenta de que ya tenemos un camino recorrido. Los resultados van a aparecer tarde o temprano. Lo importante es continuar y mantener la motivación.
No te dejes llevar por el pesimismo y continúa. Cada paso que das te acerca más y más a la meta. Además cuando empieces a ver resultados no habrá quién te pare y comprobarás que tu esfuerzo y trabajo ha merecido la pena.
2. Las opiniones de los “amigos”
Amigos, familiares o conocidos que, cómo no, opinan y opinan sobre ti y sobre lo que haces, sin tener la más ligera idea.
Es probable que te digan que lo que haces no te va a servir para nada. Que te arrastren a hacer otras cosas porque consideran que invertir tu tiempo en tus proyectos es una tontería.
Son los que te convencen para tomar tarta cuando llevas una semana a dieta, los que no valoran tu trabajo y los conformistas que no tienen intención de mejorar en su vida y por lo tanto no entienden por qué los demás trabajan fuera de su jornada laboral.
Alguno te puede hacer dudar pero no te dejes manipular. Puedes intentar explicarles lo que significa para ti, pero si continúan pensando que no tiene sentido, simplemente ignóralos y no hables con ellos sobre tus proyectos.
En otras etapas, cuando tu proyecto comienza a dar resultados aparecen los envidiosos. Intentarán desmoralizarte porque suelen pensar que son mejores que tú. Incluso puede que se quieran hacer sus propios proyectos, pero suelen aburrirse enseguida y dejarlo. No se dan cuenta de que aquí lo que importa es el trabajo y la constancia.
3. La falta de hábitos
Si no empezamos a implementar hábitos, el trabajo se nos hará cuesta arriba. No encontraremos tiempo para ponernos a trabajar. No seremos organizados y nuestro proyecto se tambaleará además de hacerse más difícil.
Organizar tu rutina diaria y convertir pequeñas tareas en hábitos te ayudará. Es como lavarse los dientes. Lo hacemos casi sin darnos cuenta. O ponernos el pijama antes de ir a dormir o hacer café por la mañana cuando nos levantamos. Busca un hueco en el día y pon ahí alguna de las tareas de tu proyecto. Por ejemplo sentarte a estudiar todos los días a las 4, o leer información sobre tu proyecto (libros, blogs, páginas especializadas…) antes de dormir. También es muy productivo tener un plan para los tiempos muertos (yo tengo una app de libros en el móvil y continúo mis lecturas cuando estoy esperando en algún sitio).
4. Tú mismo
¿Cómo voy a ser mi propio obstáculo? Pues boicoteándote de mil y una formas. “Estoy demasiado cansado, mañana me pongo” o “no tengo tiempo hoy” (¿ni 5 minutos? ¿y el tiempo que pierdes en redes sociales por ejemplo?) o “tengo cosas más importantes que hacer” (vale, eso me lo creo pero ¿de verdad que en 24 horas no hay unos minutos para tu proyecto?).
Luego están las épocas en las que no nos encontramos anímicamente bien y directamente no hacemos nada. O las vacaciones y los fines de semana que luego hacen que nos cueste volver a los hábitos y la rutina.
Cuidado contigo mismo porque a ti no te puedes evitar.
Cuando te pase esto, que te pasará, te recomiendo que tengas a mano algún texto o libro sobre motivación. También es bueno visualizarse consiguiendo ese objetivo. Incluso echar la vista atrás y ver el camino recorrido. Cuando menos lo esperes verás que llevas meses e incluso más de un año invirtiendo tiempo en tu proyecto y te darás cuenta de tu enorme capacidad y eso te motivará.
Ya conoces a tus enemigos y puedes estar preparado para enfrentarte a ellos. Ánimo y sigue adelante.
Y por último voy a compartir los resultados de un estudio que establecen una correlación entre conseguir objetivos y haberlos puesto previamente por escrito:
Si quieres cumplir tus objetivos, escríbelos
Una reciente investigación ha demostrado que hay más posibilidades de que tus objetivos se cumplan si los pones por escrito.
El estudio
La investigación se ha realizado en la Universidad de California del Sur a cargo del profesor Gail Matthews. Han participado 150 voluntarios de distintas edades (desde los 20 años hasta los 70). Todos los participantes fueron divididos aleatoriamente en 5 grupos.
A todos los grupos se les pidió que pensaran en cuáles eran los objetivos que les gustaría conseguir antes de un mes. Estos objetivos estaban relacionados principalmente con sus negocios o trabajos.
El Grupo 1 actuaba como grupo de control. A este grupo no se le pidió nada más. Sin embargo al resto de los grupos se les pidió más cosas en orden creciente:
Los Grupos 2, 3, 4, 5 además de pensar en sus objetivos debían escribirlos en papel.
Los Grupos 3,4,5 además de pensar en los objetivos y escribirlos en papel, debían escribir una pequeña explicación acerca de cómo pensaban conseguir dichos objetivos.
Los Grupos 4,5 además de todo lo anterior debían comentarle a algún amigo los objetivos marcados.
Finalmente, el Grupo 5 debía ir un paso más allá y enviarle al amigo elegido un informe semanal acerca de cómo iba el progreso para conseguir sus objetivos.
Los resultados
Un mes más tarde se les preguntó a todos los participantes qué porcentaje de objetivos habían conseguido. Estos fueron los resultados:
- Grupo 1: 43% de objetivos conseguidos
- Grupo 2: 61% de objetivos conseguidos
- Grupo 3: 51% de objetivos conseguidos
- Grupo 4: 64% de objetivos conseguidos
- Grupo 5: 76% de objetivos conseguidos
Los porcentajes de los Grupos 2,3 y 4 no son estadísticamente significativos unos con otros. Sin embargo sí que se aprecia una diferencia importante en los grupos de los extremos.
En base a los porcentajes del Grupo 1 comprobamos que únicamente pensar en un objetivo no es garantía para conseguirlo. Los participantes de este grupo lograron menos de la mitad de los objetivos que se habían marcado.
Por otro lado, los porcentajes del Grupo 5 demuestran que para que aumenten las posibilidades de conseguir algo debes informar periódicamente a una tercera persona. Los participantes de este grupo lograron 3 de cada 4 objetivos que se habían marcado.
En resumen
Pensar en algo no basta para conseguirlo. En tu cabeza se suceden de manera contínua infinidad de pensamientos. Si quieres diferenciar alguno de estos pensamientos debes seleccionarlo y plasmarlo en el papel (o en el ordenador). Lo que consigues gracias a esta selección es darle más importancia.
Cuando algo te resulta importante comienzas a creértelo. Y ese es el primer paso para conseguirlo.
Si además lo haces público y vas informando de tu progreso, tus probabilidades de conseguirlo aumentarán. No es lo mismo fracasar y sólo enterarte tú que fracasar y que también se enteren los demás. La presión (en el buen sentido de la palabra) de aquellos que conocen lo que te propones te ayuda a conseguir tus objetivos.
Cuando le comunicas a alguien tus intenciones de conseguir algo, en realidad estás firmando una especie de contrato con esa persona. Tú eres la parte que se compromete a conseguir algo. La otra parte se compromete a ser testigo de tus logros.