Emociones Autoconscientes: Culpa, Vergüenza y Orgullo

¿Por qué hablamos de emociones autoconscientes?

Los  psicólogos tienden a agrupar la culpa, la vergüenza y el orgullo bajo la denominación de emociones autoconscientes. La razón es que en estas tres emociones subyace, como rasgo fundamental, algún tipo de evaluación relativa al propio yo.

Quizás  fuera más apropiado denominarlas emociones autoevaluativas. Estas reacciones  emocionales  tienen como antecedente algún tipo de juicio de la persona sobre sus propias acciones.

Olvido y progesivo interés del estudio de las emociones autoconscientes

1) La  especial dificultad de su estudio: al no poseer índices expresivos faciales tan claros como otras emociones: no  se presten a la observación directa tan bien como la ira, la alegría, la tristeza o el asco. Su estado a través de autoinformes también plantea  dificultades, ya que no se distingue muy bien entre las distintas emociones autoevaluativas.

2) Estas  emociones provocaban fuertes reticencias entre los psicólogos: el orgullo, la vergüenza y la culpa resultaran demasiado etéreas para un estudio científico serio. Por otro lado, su inmediata asociación con el psicoanálisis generaba bastante recelo. Además, sus evidentes implicaciones en el ámbito de la moralidad provocaban aún más reticencia.

3) En los últimos años el interés por estas emociones ha ido progresivamente en aumento, aunque el volumen de investigación sobre las distintas emociones autoconscientes es muy desigual: existe bastante investigación acerca de la culpa y la vergüenza, pero muy poca aún sobre el orgullo.

Rasgos generales de las emociones autoconscientes

La culpa, la vergüenza y el orgullo, además de implicar todas ellas algún tipo de valoración relativa al propio yo como antecedente y esencial, comparten otros importantes rasgos:

Las emociones autoconscientes son emociones “secundarias”, “derivadas”, “complejas”.

La mayor parte de los autores considera a las emociones autoconscientes: emociones secundarias o derivadas: en la medida en que dichas emociones parecen surgir como resultado de diversas transformaciones de otras más básicas.

Emociones complejas: requieren el desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas: para que aparezcan estas emociones se han de dar como condición necesaria el desarrollo de una cierta noción del yo como separado de los demás, de una cierta autoconciencia. Hasta que dicha noción no se ha desarrollado mínimamente, no pueden aparecer este tipo de emociones.

En apoyo a este punto de vista, Lewis y cols (1989) realizaron una serie de estudios que muestran que el desarrollo de la capacidad de sentir vergüenza, más concretamente, lo que en inglés se denomina embarrassment discurre paralelo al de autorreconocimiento: observaron que los primeros signos de embarrassment en los niños (sonreír y evitar la mirada, tocarse la cara…) aparecían entre los 15 y 24 meses eran los que mostraban autorreconocimiento.

El embarrassment parece ser la más rudimentaria de las emociones autoconscientes, la menos de las de carácter negativo.

En diversos estudios se ha mostrado que a para los 2-3 años los niños presentan muchas manifestaciones prototípicas de orgullo (mirada triunfante, cuerpo erguido…ante el éxito), la vergüenza (cabeza baja, cuerpo encogido…ante el fracaso en la tarea) y la culpa (intento de reparación tras agredir a otro niño).

Las emociones autoconscientes son emociones “sociales”, “morales”.

Las emociones autoconscientes son también designadas por algunos autores como emociones sociales. Estas emociones tienen importantes aspectos interpersonales:

Dichos aspectos se hallan presentes en su desarrollo: el desarrollo en el niño de criterios acerca de lo correcto e incorrecto en la forma de comportarse, es fruto de la interiorización de los valores y normas de su cultura y resultado de la construcción del propio niño basada en sus interacciones sociales.

Estas emociones son también sociales por cuanto la mayor parte de las veces surgen en contextos interpersonales. Estas  emociones conllevan tendencias de acción con importantes implicaciones interpersonales.

Implicaciones en el terreno moral: Junto con la empatía, estas emociones juegan un papel fundamental como elementos motivadores y controladores de la conducta moral. La culpa y  la vergüenza actúan como un factor inhibidor de muchas conductas inmorales. El  orgullo sentido ante la buena acción, en especial si es costosa, ejerce en el reforzamiento de futuros cursos de acción similares.

El papel de las emociones en el ámbito moral ha sido objeto de reflexión de muchos filósofos a lo largo de la historia y ha sido destacado también por autores de nuestro campo como Freud o Hoffman. Es en este sentido en el que algunos autores designan a estas emociones como emociones “morales” o “sociomorales”.

Rasgos específicos de las distintas emociones autoconscientes

Cada  una de las emociones autoconscientes posee características específicas: surge ante un  tipo particular de eventos, supone una experiencia subjetiva diferente y conlleva unas tendencias de acción también diferentes.

Lewis (2000): propone un modelo estructural de la elicitación de las mismas en el cual es posible entender las características fundamentales de cada una de las a partir del cruce de dos variables básicas: la evaluación de la propia conducta como positiva o negativa y la atribución interna global o específica de dicha conducta.

emociones-autoevaluativas

Emociones provocadas por autoevaluaciones negativas: vergüenza y culpa

La vergüenza: Surge  cuando se da una evaluación negativa del yo de carácter global. La experiencia fenomenológica: deseo de esconderse, de desaparecer (tierra trágame).

  • Es éste un estado desagradable, que provoca la interrupción de la acción, una cierta confusión mental y cierta dificultad, cierta torpeza para hablar.
  • Físicamente se manifiesta en una especie de encogimiento del cuerpo.
  • La persona a fin de liberarse de la vergüenza, acaba recurriendo a mecanismos tales como la reinterpretación de los eventos, la disociación del yo, el olvido…

La culpa: Surge  de una evaluación negativa del yo más específica, referida a una acción concreta. Desde el punto de vista fenomenológico: experimentan dolor, pero en este caso el dolor tiene que ver con el objeto del daño que se ha hecho o con las causas de la acción realizada.

  • En la medida en que el proceso cognitivo-atribucional se centra en la conducta y no en la globalidad del yo, la experiencia de culpa no es tan displacentera ni provoca tanta confusión como la de la vergüenza.
  • La culpa tampoco lleva a una interrupción de la acción. Según algunos estudios con niños pequeños, la persona tendería más bien a moverse inquieta por el espacio, además en la culpa tampoco se da el rubor facial que aparece en la vergüenza.
  • Las personas pueden liberarse este estado emocional con relativa facilidad a través de la acción correctora: ésta no siempre es viable, y como consecuencia, este estado emocional a veces puede resultar también muy displacentero.
  • Según Lewis, la culpa, en principio, posee una intensidad negativa menor, es menos autodestructiva y, en la medida en que implica tendencias correctoras, se revela como una emoción más útil que la vergüenza.

Emociones provocadas por autoevaluaciones positivas: orgullo y hubris.

El orgullo: Surge  como consecuencia de la evaluación positiva de una acción propia. La experiencia fenomenológica de la persona que siente orgullo por algo es de alegría, de satisfacción por ello: el sujeto se halla como atrapado, absorto, en la acción que le hace sentirse orgulloso.

  • Al ser un estado positivo, placentero. Conlleva una tendencia a la reproducción de las acciones que lo suscitan.

Hubris: Designa  una especie de orgullo exagerado. Surge como consecuencia de una evaluación positiva del yo de carácter global. En este caso, el yo en su conjunto es objeto de loa por parte del propio sujeto.

  • En casos extremos se asocia a narcisismo. La experiencia fenomenológica   es muy positiva y reforzante, en este estado, al contrario que en el de la vergüenza, la persona se siente estupendamente, satisfecha consigo misma.
  • Al ser un estado tan satisfactorio, la persona va a tratar de mantenerlo. Pero ello, según Lewis, no resulta fácil, puesto que este estado no se asocia a una acción concreta.
  • Sin embargo, estos sentimientos tienen algo de adictivos, por lo que la persona provocará como sea situaciones que los susciten, alterará los criterios a partir de los cuales evalúa sus acciones, reevaluará lo que constituye un éxito…
  • Provocan rechazo en los demás. Dado el sentimiento de superioridad y el desdén hacia los demás asociados a este estado, la persona que lo experimenta puede hacer que otras personas se sientan humilladas.

¿Los rasgos de las emociones autoconscientes son universales?

Debemos tener en cuenta un problema en el estudio de las emociones secundarias: el problema de las diferencias semánticas en diversas culturas entre términos aparentemente intercambiables. Es éste un problema real, que plantea serias dificultades para llegar a conclusiones científicas generales acerca de la naturaleza de las emociones.

  • Cuando se compara la clasificación de las emociones en familias y subfamilias en distintas culturas se constata que las diferencias culturales no se dan únicamente a nivel de las emociones más específicas.

Así que conviene ser prudentes a la hora de plantear conclusiones generales sobre las emociones. La mayor parte del corpus teórico al respecto se basa en un conjunto de estudios que, en su mayoría, se han realizado a través de autoinformes con muestras de hablantes anglosajones, y por tanto, las conclusiones de los mismos quizás no sean totalmente válidas en otras culturas y en concreto en la nuestra.

Otras cuestiones sobre las emociones autoconscientes

Sobre la culpa y la vergüenza

Existen  tres posiciones fundamentales:

1) Extendido  entre los psicólogos sociales, la vergüenza es una emoción pública, una emoción que surge de la desaprobación de los demás y requiere la presencia de los otros, mientras que la culpa es una emoción privada, que surge de la propia desaprobación y no requiere de observadores externos.

2) Una y otra emoción son elicitadas por distintos tipos de transgresiones o fallos: la culpa cuando se transgreden ciertas normas o reglas. Y la vergüenza cuando no se alcanzan ciertos estándares o metas.

3) Defendido especialmente por Tangney (1999), lo que diferencia a la culpa y la vergüenza no es tanto el tipo de evento antecedente como el modo en que la persona interpreta sus transgresiones o fallos. Vergüenza el foco de atención de la persona es el self, en la culpa lo es la conducta. Punto de vista dominante hoy en día.

Sin embargo también hay datos empíricos que apoyan las otras distinciones propuestas. Un estudio realizado por Wallbott y Scherer (1995), señala que:

Mientras  que la vergüenza a menudo es provocada por factores externos, la culpa es una experiencia emocional más interna, y

Mientras  que la vergüenza se asocia al fracaso en el logro de las metas, la culpa se asocia a la transgresión de normas.

  • Los datos de este estudio sugieren que quizás las distinciones alternativas a la defendida por Tangney, las distinciones pública/privada y fallos morales/no morales, no sean decisivas en las culturas de influencia inglesa, pero sí lo sean en otras, y en concreto en la nuestra.

Diferencias entre culpa y vergüenza en nuestro contexto cultural: Pascual y cols (2003):

  • Bajo el término de vergüenza en castellano se engloban experiencias emocionales provocadas al menos por tres tipos de situaciones:
  • Situaciones en las que hay un sentido de exposición. La persona queda expuesta al juicio de otros, y se ha cometido una falta mínima, muy leve.
  • Situaciones en las que hay un sentido de exposición y se ha cometido una falta más seria pero no moral.
  • Situaciones en las que hay un sentido de exposición y se ha cometido una falta seria y de carácter moral: vergüenza moral.

Bajo el termino de culpa se engloban experiencias emocionales provocadas al menos por dos tipos de situaciones:

1) Situaciones en las que la persona comete una falta que supone un daño para una tercera persona: culpa interpersonal.

2) Situaciones en las que la persona contravienen su propio sentido de los que debe ser: culpa intrapersonal.

En nuestra cultura, la culpa, en comparación con la vergüenza, depende más que del juicio negativo de los demás, que del juicio negativo del propio sujeto sobre su acción. Puede llevar también a la huida de la situación para eludir un castigo, normalmente no lo hace, y en cambio favorece la puesta en marcha de alguna acción para solucionar la situación.

Hay un tipo de experiencia emocional: la vergüenza moral que presenta algunos rasgos en común con la culpa: la tendencia a la reparación y el hecho de que el acto que la provoca es percibido no sólo como un comportamiento no deseable, sino como malo ética y moralmente como ocurre con la culpa intrapersonal.

Implicaciones de la culpa y la vergüenza en el ámbito interpersonal   

Un aspecto en el que las diferencias entre la culpa y la vergüenza están más claras es el de sus tendencias de acción, y consiguientemente, sus implicaciones interpersonales.

  • La  vergüenza provoca el deseo de escapar de la situación, de desaparecer, la culpa mantiene a la persona ligada a la situación interpersonal, señalándole el camino hacia la acción reparadora: deseos de confesar, pedir perdón.
  • Suele  considerarse que la culpa constituye una emoción más positiva, con un mayor valor moral, que la vergüenza.

Dos conjuntos de datos sugieren que los sentimientos de culpa son más positivos en el ámbito interpersonal:

  • Diversos estudios muestran que la culpa tiende a asociarse con la empatía.
  • Diversos  estudios muestran que la vergüenza tiende a asociarse con la ira.
  • La culpa es una emoción más positiva que la vergüenza en el plano interpersonal.

Implicaciones de la culpa y la vergüenza en el ajuste psicológico

Sobre las implicaciones de la culpa en el ajuste psicológico existe un amplio debate, en el cual se dan básicamente dos posiciones:

  • Freud: la culpa tiene un carácter muy negativo para el individuo. Los sentimientos de culpa acaban dando lugar a numerosos síntomas y conductas desadaptativas.
  • Tangney: La culpa tiene un carácter bastante menos negativo para la salud psíquica de lo que habitualmente se supone, mientras que la tendencia a la vergüenza se asocia a diversos síntomas patológicos, la tendencia a sentir culpa no se asocia a un mal ajuste psicológico. Los efectos patológicos de la culpa se producen cuando ésta aparece fusionada con la vergüenza. Es entonces cuando la culpa lleva a la rumiación obsesiva y al autocastigo.

Existen datos empíricos en apoyo de ambas posiciones. No  es posible extraer conclusiones definitivas sobre los efectos de la culpa en el ajuste psicológico individual. Por  lo que se refiere a la vergüenza, existe un amplio consenso respecto a la asociación entre la tendencia a experimentarla y la vulnerabilidad a los problemas psíquicos: depresión, ansiedad, baja autoestima.

 ¿Son tan positivos los sentimientos de culpa? ¿Son tan negativos los de vergüenza?

Ni  la culpa es tan sana y beneficiosa ni la vergüenza es tan negativa: La culpa: Tangney reconoce que en ocasiones puede ser desadaptativa: fundamentalmente cuando los sentimientos de culpa se fusionan con los de vergüenza.

La  mayor parte de los autores que han profundizado en esta emoción han distinguido varios tipos de culpa:

1) Culpa  freudiana: hunde sus raíces en la ansiedad asociada a la transgresión y que incluye asimismo fuertes dosis de agresividad básicamente hacia el propio individuo, pero que también puede dirigirse al exterior.

2) Culpa más empática: surge cuando la persona siente empáticamente el dolor ajeno y se percibe como el agente causal de dicho dolor.

à En  la actualidad, entre los estudiosos de la emoción en general y de la culpa en particular, domina una visión mucho más positiva de esta emoción, una visión claramente influenciada por los planteamientos de Hoffman.

Cuando  se habla de la culpa, tiende a entenderse el tipo de culpa asociada a la empatía: tendencia a la reparación de la acción, y de este modo, resulta esencial en el restablecimiento de las relaciones interpersonales que han podido resultar dañadas a consecuencia de la acción del sujeto.

En definitiva, esta es una respuesta emocional con efectos muy positivos en el plano interpersonal y que, más allá del malestar que su experiencia supone, no tiene ningún efecto negativo en el individuo.

La Vergüenza: No  todo en ella es desadaptativo. La vergüenza tiene también aspectos positivos. Los sentimientos de vergüenza poseen también una importante función autorreguladora, protege contra la conducta inconveniente y así es adaptativa, aunque en casos de exceso, deficiencia o pobre regulación, puede resultar desadaptativa.

Barrett (1995): Si la culpa nos ayuda a tomar conciencia del poder que tenemos de hacer daño y de la posibilidad de reparar dicho daño, la vergüenza nos ayuda a analizar el propio yo como en un espejo. En este sentido, ambas emociones juegan un importante papel en el desarrollo del yo.

Sobre el embarrassment

Designa el término embarrassment una emoción diferente de shame: Entre los investigadores se ha discutido si el embarrassment (embarazo, bochorno, apuro, corte) constituye  una emoción diferente de shame (vergüenza):

La mayoría de los autores piensa que shame y embarrassment constituyen dos emociones diferentes: pero ¿dónde están las diferencias?

  • La mayor parte de los autores considera que shame y embarrassment son distinguibles por la intensidad del afecto y la gravedad de la acción: shame se caracterizaría por una mayor intensidad y además surgiría ante fallos más serios y ante transgresiones de carácter moral; y el embarrassment tiende a aparecer ante transgresiones sociales o meteduras de pata relativamente triviales (Lewis 2000).

culpa-freudiana

  • Otros autores señalan que shame se asocia a la a percepción de deficiencias en el yo esencial, mientras que el embarrassment se asocia a la percepción de deficiencias en el yo tal como se presenta en el exterior (Klass 1990).
  • Por último, otros plantean que además, estas dos emociones difieren en su expresión corporal: las personas que experimentan embarrassment no muestran expresiones de alguien que quiera esconderse, más bien muestran movimientos corporales ambivalentes, de aproximación y evitación (Lewis 2000).

En el terreno empírico, los estudios realizados para analizar las diferencias entre shame y embarrassment sugieren que una y otra reacción emocional difieren bastante entre sí (Tangney y Miller 1996): Las experiencias de shame son más intensas, más dolorosas e implican mayor sensación de transgresión moral, mayor sensación de enfado y responsabilidad. Las experiencias de embarrassment, resultan, en general, más divertidas, sorprendentes y mayor sensación de exposición a los demás.

Rasgos fundamentales del embarrassment:

Puede  considerarse el embarrassment como una reacción emocional diferenciada.

  • Puede  decirse que constituye la más social de todas las emociones autoconscientes.
  • Se produce casi sin excepción alguna en presencia de otros.

Cuál es el proceso psicológico o dilema esencial que lleva a sentir esta emoción? Hay diversas posturas:

  • Miller: lo fundamental sería la evaluación negativa por parte de los otros. Sin embargo, como se acaba de señalar, también se puede sentir embarrassment en situaciones positivas, simplemente por sentirse el foco de atención de mucha gente.
  • Silver y cols: se produce cuando ciertos roles y guiones sociales implícitos se ven trastocadas y las interacciones sociales resultan algo raras, torpes.
  • Lewis propone distinguir entre dos tipos de embarrassment: el provocado por la mera exposición a los otros y el provocado por una autoevaluación negativa.
  • Esta reacción emocional tiene una importante función social al servir como señal de apaciguamiento a los otros.
  • Esta emoción, no se halla lexicalizada en muchas lenguas. Sin embargo, ello no significa que los hablantes de dichas lenguas no la experimenten. El análisis de la misma tal como se da en otras culturas es fundamental para corregir posibles sesgos etnocéntricos de la investigación previa y para una mejor comprensión del significado de esta reacción emocional.

Sobre el orgullo

El orgullo surge cuando la persona valora positivamente su conducta en relación con unos estándares, unas normas o unas metas.

Al ser una experiencia emocional altamente reforzante, va a favorecer futuras conductas similares, además de fortalecer la propia autoestima. El orgullo cumple, una función muy importante tanto en la orientación de la conducta como en el desarrollo psicológico de la persona y en su bienestar subjetivo.

Existen emociones provocadas por autoevaluaciones positivas (además del orgullo)

Varios autores consideran que hay que distinguir alguna más:

  • Lewis propone distinguir entre orgullo y hubris en función de que la atribución de éxito sea específica o global. Lewis: describe el hubris: como una disposición o un rasgo de personalidad muy poco adaptativo. En el plano fenomenológico es difícil diferenciar hubris como emoción del orgullo.
  • Tangney sostiene un planteamiento muy similar cuando sugiere que existirían dos tipos de orgullo, paralelos a la distinción self/conducta que se da entre vergüenza y culpa: el orgullo relativo al self u orgullo alfa y el orgullo relativo la conducta u orgullo o beta.

Rasgos importantes de las emociones autoconscientes

Las emociones autoconscientes comparten rasgos importantes:

Son emociones secundarias que surgen como resultado de diversas transformaciones de otras emociones más básicas;

Son emociones complejas porque requieren el desarrollo previo de ciertas habilidades cognitivas -desarrollo de la noción del yo o autoconciencia-;

Son emociones sociales e implican importantes aspectos interpersonales (surgen en contextos interpersonales y conllevan tendencias de acción con importantes implicaciones interpersonales).

La culpa, la vergüenza y el orgullo son reacciones emocionales que tienen como antecedente algún tipo de juicio –positivo o negativo- de la persona sobre sus propias acciones.

Estas emociones juegan un papel fundamental como elementos motivadores y controladores de la conducta moral.

La vergüenza surge cuando se da una evaluación negativa del yo de carácter global. Provoca un estado emocional desagradable, que lleva a la interrupción de la acción y a una cierta confusión mental. La persona, con el fin de librarse de la vergüenza, recurre a mecanismos como la reinterpretación de los eventos, la disociación del yo y el olvido de la situación.

La culpa surge de una evaluación negativa del yo más específica, referida a una acción concreta. Se origina un proceso cognitivo-atribucional centrado en la conducta y no en la globalidad del yo. Su efecto no es tan displacentero como el de la vergüenza. Esta emoción conlleva a la puesta en marcha de conductas orientadas a reparar la acción negativa.

El orgullo surge como consecuencia de la evaluación positiva de una acción propia. La experiencia fenomenológica de la persona que siente orgullo por algo (acción, pensamiento o sentimiento que considera loables) es de alegría y satisfacción por ello. Cuando el yo en su conjunto es objeto de loa exagerada por parte del propio sujeto surge el “hubris”.

Se reclaman claras diferencias entre la culpa y la vergüenza en cuanto a las tendencias de acción y las implicaciones interpersonales de cada una de ellas. La vergüenza provoca el deseo de escapar de la situación, la culpa mantiene a la persona ligada a la situación interpersonal y señala al sujeto el camino hacia la acción reparadora.

No es posible establecer conclusiones definitivas sobre los efectos de la culpa en el ajuste psicológico individual. En cambio, por lo que se refiere a la vergüenza, existe un amplio consenso respecto a la asociación entre tendencia a experimentar vergüenza y vulnerabilidad a los problemas psíquicos.

Los autores anglosajones consideran el bochorno, apuro (embarrassment) como una emoción distinta de la vergüenza (shame). La diferencia reside en la intensidad del afecto y la gravedad de la acción: mayor intensidad para la vergüenza, que además surge ante transgresiones de carácter moral, lo que no ocurre en el caso del embarrassment que tiende a aparecer ante transgresiones sociales relativamente triviales.

Redacción
Portal web especializado en Psicología y Desarrollo Personal formado por más de 200 profesionales.