El amor en tiempos de Internet

El amor es una experiencia, una relación entre dos individuos con todo su contenido de vivida, de actuada y no conceptualizada, es esa vivencia específica de cada pareja que se crea cotidianamente en la relación interpersonal.

El amor implica duración, intimidad compartida en atracción sexual y emociones y el intercambio de confidencias, alianza contra amenazas y agresiones externas; conceder un mínimo de atención al otro, sigue siendo un imperativo por lo que respecta a una relación auténtica. De esta manera Gilbert Tordjman en su libro: La violencia, el sexo y el amor, expone lo que para él significa.

Desglosando el concepto se puede apreciar el énfasis en cuanto al vivir la relación de manera cotidiana. Las relaciones de pareja constituyen un tipo especial, particular de relación interpersonal que se crea y fortalece en el día a día, en el roce continuo, carnal. En muchas ocasiones ante la ausencia de dicha cotidianidad los implicados en una relación de pareja buscan alternativas que contribuyan a mantener vivo el amor. Es en este momento cuando ve la luz Internet y la amplia gama de facilidades comunicativas que la acompañan.

Como bien se puede apreciar, el título del trabajo deviene en analogía con la novela del extraordinario García Márquez, El amor en los tiempos del cólera. Si trasladamos a la actualidad a Florentino Ariza y Fermina Daza, de seguro no hubiesen tenido muchos problemas para haber mantenido su relación de amor viva y llena de esperanzas a pesar de tanto tiempo alejados. Seguramente se hubieran armado de las casi infinitas posibilidades de comunicación ofrecidas por la red de redes. Podríamos mencionar algunas de las alternativas bien conocidas por todos: Facebook, whatsapp, correo electrónico, Skype, etc…

No obstante ante la amplia gama de opciones, resulta harto difícil y sobre todo un reto el hecho de mantener viva una relación a distancia, si tenemos en cuenta que la relación de pareja está en función de las particularidades personológicas entre dos sujetos y al mismo tiempo se caracteriza por su selectividad, reciprocidad e intenso carácter emocional. Esto a su vez la convierte en la más íntima de las relaciones humanas y también la más difícil de satisfacer. Al margen de que las condiciones estén creadas es necesario tener presente un factor determinante, hablamos de la personalidad y la actitud para llevar a cabo tamaña empresa.

Cada individuo posee rasgos personológicos que lo diferencian del resto, si lo lleváramos al argot popular hubiese que decir que: cada persona es un mundo aparte. Por tanto el vínculo interpersonal constante que se puede establecer a través de una pantalla llegará el momento que resulte insuficiente. Ciertamente si en un principio la aventura comienza con mucho furor ante la nueva experiencia, no se debe perder de vista que este accionar será insostenible mantenerlo por tiempo indefinido.

Esto sobre todo si se tiene en cuenta que dos personas deciden emprender una relación de pareja por diversas razones como el atractivo sexual, corporal, comunicativo, moral, cultural y psicológico, casualmente en ese mismo orden jerárquico la mayoría de las ocasiones.

Una relación virtual debe estar sostenida bajo fuertes sentimientos de reciprocidad y por supuesto contar con un amor incondicional, todo esto desde una óptica romántica. La relación virtual, por el contrario, también puede mantenerse firme si detrás de ella se persigue algún interés que no sea del tipo afectivo. Regresando a la primera de las alternativas se pueden enumerar los casos de parejas que han sobrevivido a la atroz distancia, revirtiéndola en unión, complicidad, más amor.

Lo que le interesa a los individuos que están decidiendo o configurando una relación íntimo – personal de este tipo, es la propia subjetividad del otro, es el otro como totalidad y es esto también lo que pretenden entregarse.

Debe primar la buena voluntad, la esperanza, el deseo. Deben andar en la búsqueda constante de alternativas que superen las barreras de la distancia, de la virtualidad. Deben prevalecer unidos ante los condicionamientos sociales. Vivir la relación con la seguridad de un encuentro seguro. Un encuentro en el que se materializarán todas las metas propuestas, alejando la utopía propia de tanta virtualidad. Vivir una relación donde el amor, los deseos, las sensaciones y los sentimientos sean en extremo dominantes y superiores ante la inmensa distancia.

Hablamos de Internet como el gran mediador, una herramienta efectiva para los problemas de las parejas virtuales, pero en concordancia con esto, deben ser los integrantes de la relación los que mayor empeño y esfuerzo realicen para que la red de redes cumpla su cometido de manera positiva. Constituye tema trillado hablar del amor y en ocasiones hasta puede parecer cursi, pero de su indiscutible fuerza sería ingenuo dudar.

El amor, es ese sentimiento favorable, de acercamiento. Apunta hacia la necesidad de aproximación, de unión, de comunicación, de interés y preocupación por el otro, de entrega e identificación, de fuerte atracción física y espiritual. Como dijera el cantautor cubano Silvio Rodríguez en la canción, Por quien merece amor, (…) mi amor no precisa fronteras (…) y es que afortunadamente cada día existen más oportunidades para amar y ser felices y muchas veces no las sabemos aprovechar.

Esta puerta que nos abre el presente, que nos abre Internet minimiza los escollos y vicisitudes cuando el amor caprichoso se encarga de unir a dos personas a través de la infinita distancia. Al igual que muchos aspectos en nuestra vida han tenido que adaptarse a las condiciones actuales de vida, pues al amor también le toca reformularse en tiempos de Internet.

Yanquiel Barrios
Licenciado en Psicología, Máster en CIencias Sociales.