Cómo ser una madre trabajadora y no morir en el intento

Lo sé. Este título te ha generado muchas expectativas. A ti, madre trabajadora que haces equilibrismo para llevar la casa, ser una madre excelente, y continuar con tu vida profesional. A ti, que en poco tiempo has visto pasar las horas felices de salidas en pareja y con amigos, de dedicar horas a ir de compras, a embellecerte, a leer….o a cualquiera de esas cosas que disfrutabas haciendo.

A ti, que a menudo pasas noches sin dormir y te vas a trabajar con un papel de caramelo pegado en el pelo.

A ti, que olvidas el trabajito del cole sobre el Otoño, o que el nene tenía que llevar un caqui al cole para la merienda temática de turno, y te sientes la peor madre del mundo.

Sí, sí, tú. Se que me estás leyendo.

Pues lamento decirte que no es fácil. Lo de no morir en el intento, me refiero. Y tengo que usar el humor porque es una de las herramientas que ahora mismo te voy a explicar que te ayudarán a sobrevivir.

Empecemos por el principio

¿Cómo he llegado a convertirme en esto?

(«esto» significa mujer trabajadora que intenta CONCILIAR ( bonita palabra utópica donde las haya) la maravillosa experiencia de la maternidad, con la más o menos maravillosa experiencia profesional, sin olvidar estar guapa y delgada y perfecta, y ser una amante esposa y estupenda amiga.

Pues te encuentras aquí debido a que en la sociedad occidental, la mujer es multitarea: o sea, que asume el rol de varón y de hembra a la vez. Creo que me explico.

Y te enfrentas a uno de los retos vitales más exigentes e importantes por los que puede pasar una persona en su vida, y sabes que no estoy exagerando.

Como eres responsable quieres estar presente en la vida de tus hijos, educarles, disfrutarlos. Y como además te gusta tu trabajo, pues quieres seguir ejerciéndolo, y sentirte autónoma e independiente.

Y claro, eres multitarea, pero eso agota.

La primera buena noticia es que TÚ PUEDES. Así como te lo digo. Puedes con todo eso aunque sea estresante y agotador, y aunque suponga la renuncia a muchas cosas.

Pero tranquila, esto es PASAJERO. Sí, pasará. Antes de que te des cuenta. Y si tienes presente que esto solo durará unos años, y que luego poco a poco recuperarás el privilegio de ir sola al baño, de salir a cenar con tu pareja o de dejar de ir corriendo de un lado a otro, lo llevarás mucho mejor.

Otra cosa que te puede ayudar mucho, mucho, es tener EXPECTATIVAS REALISTAS. Sobre todo: sobre la maternidad, sobre el trabajo, sobre ti misma. Seguro que eres exigente y perfeccionista y te gustaría hacerlo todo muy bien.

Pero ser realista, y no tan idealista, te puede quitar mucha presión de encima. Si pretendes llegar a todo, y sacar en todo un 10, ya te auguro que no lo vas a pasar nada bien. Y si tú no estás bien, todo te saldrá peor.

ORGANIZAR, PLANIFICAR, DELEGAR. El talón de Aquiles. Si eres capaz de organizar tu casa, agenda en mano, como lo harías en tu trabajo, todo funcionará mejor. Anticípate a las cosas, y aprende a PRIORIZAR. Y una cosita detrás de la otra. Ah! y tan importante como eso, está DELEGAR. Busca ayuda, profesional, o de amigos y familiares. No dudes en pedir lo que necesites. Si el otro no puede o no quiere ya te lo hará saber. Pero tú inténtalo. «Para criar a un niño hace falta una tribu entera».

Guardar, rascar, luchar… por un espacio y tiempo para ti y tu pareja al menos semanalmente. Una salida de dos horas es muy valiosa. Pero para poder hacerla tendrás que antes planificar y organizar, no lo olvides!

Aprender a estar en “Stand by”. O sea, desconectado, en espera. Si estoy en casa, desconecto del trabajo (¡pero del todo!) Y si estoy en el trabajo me centro en el trabajo ( y no en la lavadora que está por poner, o si el niño habrá merendado fruta). Aprovecharás más el tiempo y te centrarás en el momento en el que estás, y no en otro, en el que además no puedes hacer nada.

Y ACEPTAR… que:

  • Tu vida ha cambiado para siempre. Ahora tienes unos hijos maravillosos que te van a hacer sentir muy plena y feliz.
  • Pero hay otros cambios que son temporales: tus hijos dentro de nada crecerán, empezarán a salir solos con sus amigos, dejarán de ponerse malitos cada dos por tres…. y eso significa que volverás a dormir, volverás a tener vida sexual, y volverás a ver una peli entera.
  • Durante esos años mágicos en que los niños necesitan mucha dedicación por tu parte, tal vez sea buena idea aceptar que no podrás dedicar tanto tiempo al trabajo. Explora la posibilidad de pedir una reducción de jornada o una excedencia. Lo sé, ganarás menos dinero, pero recuerda que solo es por unos años. Luego ya lo recuperarás con creces si quieres!! Hay un momento para todo.
  • Delegar….y pagar! otra vez el dinero. Pero es que hay que ser realistas! Si contrato a una canguro para que me ayude con los niños, se me va el sueldo! cambiaré el dinero! De acuerdo. Esto es cierto en muchos casos. Pero te compensa. Te lo aseguro! Aunque «cambies el dinero», te recuerdo que solo será por un tiempo, y que luego podrás prescindir de ella.

Y ese tiempo habrás conservado tu trabajo, del que podrás continuar disfrutando y beneficiándote económicamente. Si lo dejas porque piensas que » total para pagarle lo que gano a una niñera me quedo yo en casa», a lo mejor luego ya no te resulta tan fácil reincorporarte a la vida profesional. O a lo mejor » quedarte todo el día en casa», resulta no ser tan bonito como imaginabas. O a lo mejor si! Piénsalo todo bien, y no tomes decisiones impulsivas.

Y el HUMOR… tómate esta experiencia con humor. Aprende a reírte de las cosas, a relativizar….cuando algo te angustie mucho, pregúntate si dentro de diez años miras hacia atrás, y ves este problema…¿le darías la misma importancia? Seguro que no!

Y no olvides que eres una buena madre, porque te preocupas de serlo. Porque si no, no estarías aquí leyendo esto. Y eres una buena profesional. Sí señora. Y te mereces un reconocimiento por todo el esfuerzo que haces para que todo a tu alrededor funcione. ¡Felicidades!

Ursula Perona
Psicóloga Clínica por la UOC. Especializada en Psicologia Clínica Infanto Juvenil.