¿Tienes miedo al cambio? Descubre cómo superarlo

Podríamos definir el cambio como la acción de modificar o transformar algo. Este cambio puede tener lugar en diferentes aspectos de nuestra vida (personales, profesionales, económicos, culturales,…)

La vida es un constante ir y venir de cambios: crisis, transformaciones, revoluciones…Cada uno de nosotros, aceptamos con naturalidad los pequeños cambios, pero ¿qué pasa cuando estos cambios son grandes?

Todo lo que implica grandes cambios despierta resistencia en algunas personas. Se trata de una resistencia natural, pues todo cambio implica una pérdida de control, una ruptura con nuestras expectativas hacia el futuro.

Esta resistencia se puede manifestar en forma de quejas, oposición, miedos… o de forma encubierta, con el silencio.

Lo que ocurre es que estos cambios implican salir de nuestra zona de seguridad y confort. Es decir, de la comodidad en la que nos hemos establecido donde nuestra vida está guiada por los mismos entornos, hábitos y rutinas. Nos sentimos inseguros, incapaces de afrontar la nueva situación con los recursos de los que disponemos, y preferimos quedarnos en nuestra zona de confort.

Evitar los cambios y permanecer en nuestra rutina diaria simplemente refuerza la misma conexión neuronal una y otra vez. Los cambios dan lugar a nuevas conexiones neuronales, generando nuevos aprendizajes. Si no cambiamos, no evolucionamos.

Esta situación de evitación y resistencia al cambio puede generar sufrimiento. Sin embargo, debemos tener claro que no es el cambio el que genera sufrimiento, sino que es la resistencia al mismo la que lo hace.

¿Por qué ocurre esto?

Pueden ser muchas las causas de esta resistencia, entre ellas el miedo, malas experiencias, estímulos externos, inseguridades, desconocimiento, falta de confianza, baja autoestima

En concreto, se habla de tres factores clave en la resistencia al cambio:

  1. Desconocimiento (no saber)
  2. Falta de capacidad (no poder)
  3. Falta de voluntad (no querer)

El cambio forma parte de la vida, y debemos aceptarlo. Sin embargo, es importante tener claro que todo cambio requiere un proceso, que no se realiza en un abrir y cerrar de ojos. Tomar conciencia de nuestra realidad permite conocer lo que nos ocurre, pues de otra forma no sabríamos qué debemos cambiar.

¿Qué puedo hacer para cambiar?

Antes de nada debes preguntarte si realmente deseas cambiar. Para ello, puedes hacer una sencilla pregunta: si supieras que todo va a salir bien, ¿lo harías? Si la respuesta es sí, ¡adelante!

Una vez que has decidido que hay algo que quieres cambiar y has tomado la decisión de hacerlo, puedo proponerte cuatro claves para hacerlo.

1. Establece un plan

Establece prioridades en cuanto a qué quieres cambiar, atendiendo a qué te reportaría mayor beneficio. Además, trata de establecer pequeñas metas y a corto plazo, de manera que te permitan alcanzar posteriormente metas más a largo plazo.

Acepta cierto nivel de riesgo en las decisiones que tomes, todas ellas tendrán ventajas e inconvenientes. A veces, elegir unas opciones supone abandonar otras.

Pregúntate: ¿qué puede pasar si lo hago? Una vez respondas, ¿son tan malas las consecuencias negativas? ¿Cómo son de buenas las ventajas?

2. Cómo hacerlo

Una vez que has decidido qué quieres cambiar, piensa qué acciones concretas puedes llevar a cabo para poner el plan en marcha y establece cómo lo harás. Si anotas todas estas tareas en un papel por orden de prioridad lo verás más claro.

Un buen consejo motivacional sería imaginarnos realizando lo que nos hemos propuesto y obteniendo resultados positivos. Aplícale un fuerte componente emocional positivo.

3. Analiza los resultados

Ve analizando, sobre la marcha, cómo está saliendo el plan que has marcado y si los resultados están siendo los esperados. Recuerda que las dificultades son normales.

4. Reevalúa

Una vez finalizado el plan, fíjate en si lo que has conseguido es lo que esperabas y si has alcanzado todas las metas planteadas al inicio. En caso de no ser así, trata de redefinirlas de cara a incluirlas en futuros planes de acción.

Confía siempre en ti mismo, es fundamental. Trata de hacerlo aún cuando no siempre aciertes, de los errores se aprende.

Intenta vivir el proceso de cambio como algo positivo: para que nuestro cerebro acepte el cambio, debe vincularlo al placer y el bienestar.

Y lo más importante, trata de ser proactivo.

Ten en cuenta que el primer paso es el más difícil, los otros vendrán dados después. ¡Decídete y adelante!

Y tú, ¿qué has decidido hacer para cambiar?

Lucía Pardo
Psicóloga y psicogerontóloga por la Universidad de Santiago de Compostela.