14 formas efectivas de mejorar tu memoria

La importancia de mantener la memoria activa

La memoria es un proceso mental a través del cual conservamos pensamientos, habilidades y experiencias. Si mantenemos la memoria en buen estado, podremos evitar la pérdida de estos procesos, que con el paso del tiempo se van deteriorando.

Existen hábitos diarios que pueden ayudarnos a mantener en buena forma nuestra memoria, que como todo, para conservarlo y mejorarlo en el mejor estado posible, necesita de entrenamiento. A partir de la edad adulta más avanzada, suele ser cuando más se dan síntomas de pérdidas de memoria, que pueden ser normales o pueden agravarse con el tiempo. Ante la duda siempre es mejor prevenir, que curar.

¿Qué pasa si no entrenamos la memoria?

Si no usamos la memoria, al igual que sucede con cualquier otro órgano o proceso mental, acabará por deteriorarse. Cuanto más la ejercitemos, más ágilmente va a funcionar.

La práctica mejora el aprendizaje y crea el hábito. Si nos proponemos una serie de retos memorísticos diarios, vinculados a nuestra vida cotidiana, la memoria no quedará estancada y mejorará nuestra habilidad memorística. Las técnicas de aprendizaje memorístico pueden suponer una ayuda fundamental para lograrlo.

Cómo mantener la memoria activa

Consejos básicos para sentirnos bien y mantener buena memoria

  • Dieta sana. Rica en vitaminas y minerales, baja en colesterol y grasas.
  • Ejercicio físico. No solo para conservar cuerpo, asociado a mente sana, sino para mantenerse ocupado y entretenido, por tanto, con la mente activa.
  • Reducir el estrés. Siempre que sea posible, y dentro de los límites operables. Pueden ayudar los ejercicios de respiración, baños relajantes, clases de yoga, etc.
  • Mantener relaciones sociales. El aislarse hace que la mente trabaje menos, si mantenemos continuas conversaciones, ya sean cara a cara o por otros medios (telefónicos, redes sociales…), mantendremos la mente más despierta. Además, tener que recordar diálogos anteriores, escuchar, comprender y pensar en qué responder al otro interlocutor, es un buen ejercicio para nuestra memoria.
  • Actividades extra. Además de las tareas “obligadas” ( trabajo, estudios, cuidado del hogar…), podemos dedicar una parte de nuestro tiempo a realizar actividades que nos gusten y nos mantenga con la mente ocupada y activa (club de lectura, talleres de manualidades, juegos, deportes…).

 Ejercicios memorísticos en nuestras tareas diarias

    • Menos uso de la agenda personal. Si tienes citas o compromisos, procura recordarlas mentalmente. Podemos anotarlo por el riesgo lógico de olvidar algo importante, pero antes de leerlo, es preferible tirar lo más posible de la memoria. Quizá llegué un momento en que no sean necesarias las anotaciones. ¿Acaso apuntas cuando vas a entrar en casa? Pues intenta hacer lo mismo con las salidas.
  • No hacer lista de la compra o no mirarla. De la misma manera que en el punto anterior, puede que sea imprescindible anotar elementos de la compra diaria, pero cuando salgamos a realizarla, hemos de hacer el esfuerzo de no mirar las anotaciones y exprimir la memoria.
  • Viajar. Intenta realizar salidas, ya sean largos viajes vacacionales o pequeños trayectos por la zona. Explorar, descubrir, llenar de datos atractivos y novedosos a la memoria es un buen impulso para esta. Y más aún si pones en práctica el siguiente ejercicio. Divide el proceso en tres fases:

A) Antes de viajar. Busca información de cómo viajar hasta allí, qué lugares visitar, monumentos o zonas importantes… e intenta recordarlo para contarlo después a conocidos o rememorarlo tú mismo.

B) En el viaje. Disfruta del momento y atiende a los detalles que observas, intenta mantenerlos en la memoria para más tarde relatar la experiencia. También es el momento de intentar encontrar en la realidad aquella información que exploraste antes del viaje y guardaste en tu cabeza.

C) Recapitula la experiencia vivida intentando obtener el máximo de información y detalles.

  • Reuniones con amigos. Ya sea para tomar un café, jugar a las cartas, salir a pasear… Conviene tener una frecuencia de reunión con amigos para contar anécdotas, intercambiar experiencias o compartir juegos en los que hay que recordar una serie de reglas. Si se practican juegos de mesa, es conveniente cambiar de compañero, pues al estar siempre con el mismo se acaba por conocer las estrategias de juego y la memoria se estanca; si vamos intercambiando la haremos funcionar más al tener que aprender nuevas estrategias.
  • Leer todos los días. Sobre todo disfrutar leyendo, indiferentemente del tipo de lectura que se trate (novela, revista, periódico, artículos, textos informativos…). Es importante, además, reforzar y estimular la memoria proponiéndose recordar lo que se ha leído. La manera más amena puede ser comentarlo con la pareja, el compañero, algún familiar… haciendo hincapié en lo que más nos ha interesado.
  • Observar los detalles. Ya sea en casa, en el trabajo, en la calle, en el supermercado, en las personas que nos cruzamos… Observa, analiza e intenta recordar y advertir si algo esta diferente a cómo se vio la última vez.
  • Intentar recordar memorísticamente cosas sencillas que por comodidad apuntamos. Números de teléfonos a los que acostumbramos a llamar, nombres de personas que acabamos de conocer, lugares a los que tenemos que ir…
  • Intentar reconocer antes de preguntar. Un sonido, una voz, una imagen, un objeto que nos resulta familiar… en lugar de preguntar enseguida qué o quién es, espera, extrae de la memoria e intenta obtener el recuerdo.
  • Funcionamiento de aparatos. Sobre todo con la gran cantidad de tecnología que nos rodea actualmente, es fácil que se nos olvide cómo funciona algún aparato electrónico o como acceder a algún lugar a través de dicho dispositivo. En lugar de preguntar rápidamente a alguien que lo sabe o consultar el libro de instrucciones, conviene pararse a pensar, repasar mentalmente y recordar cómo la habíamos hecho anteriormente, seguro que si tenemos paciencia nos damos cuenta y nos sale bien.

Lo más importante del trabajo de la memoria es hacer ejercicios continuados y a corto plazo, pues la memoria a largo plazo suele permanecer en mejor estado, sino intacta, y es la de corto plazo la que comienza fallar más prontamente y puede dar lugar a problemas importantes o enfermedades mentales como el Alzheimer.

Ejercitar la memoria diariamente es algo sencillo que puede traernos beneficios.

Clara Sanz
Profesora de apoyo escolar y psicopedagógico.